Hace años, cuando solía 'crapulear' por la noche Benasquesa, había un lugar que era más que un garito.
Sí.
Incluso durante una tormenta de nieve del copón podías salir tranquilo de Ansíls sabiendo que al llegar a Benás, aunque el aire de puerto le estaba dando lo suyo a la grúa que se utilizaba para la construcción del 'hospitalillo' y no había luz en ninguna parte, el faro del Gorgutes -otrora Money- seguía encendido.
Tras aparcar los esquíes en la calle -sin miedo a que nadie te los robara ni que la guardia civil te multara por ir con esquíes por la carretera- y abrir la puerta, el templo te recibía a la luz de un 'campingás' mientras la sacerdotisa y sus diáconos jugaban al pictionary y te miraban de un modo divertido entrecerrando los ojos, sonriendo y meneando la cabeza diciéndote: "Anda, sacúdete la nieve y pilla una cerveza".
Las partidas de futbolín y la música eran impagables, como lo era el paso de 'solo moto' camino del baño dejando que el calefactor le 'descojonara' el peinado mientras simulaba dar gas con la mejor de sus sonrisas.
Hubo cambio de farero y apareció mi tocayo, Alberto. Personaje singular donde los haya y gran melómano. No ponía la música en el garito porque había que hacerlo. Las canciones eran el electroencefalograma del ambiente. En temporada alta los garitos son meras expendedurías alcoholicas. Según El Último de la Fila: vertederos de amor. Cualquiera puede llevarlos. Pero un garito en otoño en Benás es algo muy complicado. Alberto consiguió que la temporada baja fuera una época ansiada para poder disfrutar de los vecinos, que el metabolismo del valle volviera a su paz natural y así hablar entre otras cosas de música y filosofía -las aportaciones de Feliplús en este campo son para enmarcar.
Gracias a ese Gorgutes -a Alberto, vaya- conocí a Toad the Wet Sprocket. Acababan de publicar 'Coil', así que era el año 1997 y nosotros como Gabino Diego en Torrente, 'Living la vida loca'.
Sí.
Incluso durante una tormenta de nieve del copón podías salir tranquilo de Ansíls sabiendo que al llegar a Benás, aunque el aire de puerto le estaba dando lo suyo a la grúa que se utilizaba para la construcción del 'hospitalillo' y no había luz en ninguna parte, el faro del Gorgutes -otrora Money- seguía encendido.
Tras aparcar los esquíes en la calle -sin miedo a que nadie te los robara ni que la guardia civil te multara por ir con esquíes por la carretera- y abrir la puerta, el templo te recibía a la luz de un 'campingás' mientras la sacerdotisa y sus diáconos jugaban al pictionary y te miraban de un modo divertido entrecerrando los ojos, sonriendo y meneando la cabeza diciéndote: "Anda, sacúdete la nieve y pilla una cerveza".
Las partidas de futbolín y la música eran impagables, como lo era el paso de 'solo moto' camino del baño dejando que el calefactor le 'descojonara' el peinado mientras simulaba dar gas con la mejor de sus sonrisas.
Hubo cambio de farero y apareció mi tocayo, Alberto. Personaje singular donde los haya y gran melómano. No ponía la música en el garito porque había que hacerlo. Las canciones eran el electroencefalograma del ambiente. En temporada alta los garitos son meras expendedurías alcoholicas. Según El Último de la Fila: vertederos de amor. Cualquiera puede llevarlos. Pero un garito en otoño en Benás es algo muy complicado. Alberto consiguió que la temporada baja fuera una época ansiada para poder disfrutar de los vecinos, que el metabolismo del valle volviera a su paz natural y así hablar entre otras cosas de música y filosofía -las aportaciones de Feliplús en este campo son para enmarcar.
Gracias a ese Gorgutes -a Alberto, vaya- conocí a Toad the Wet Sprocket. Acababan de publicar 'Coil', así que era el año 1997 y nosotros como Gabino Diego en Torrente, 'Living la vida loca'.
Un día me llegó un correo electrónico de un músico estadounidense comentando su nuevo disco. El músico era Glen Phillips y el disco se titulaba Winter Pays for Summer, corría el año 2005. Este buen hombre era la voz de Toad the Wet Sprocket. Todavía conservo la canción que me envió en formato aiff. Ahí os la dejo, eso sí, en mp3.
Al olor del dinero, el "progreso" llegó al hasta entonces 'Valle Escondido'. Llegué a sentirme como el indio borracho del 'saloon' que aparece en las películas del oeste. Tras una noche loca ya no me despertaba el canto de las golondrinas en verano sino el ruído de las grúas y demás parafernalia así que me fuí en otoño; a tres días del invierno lo hizo mi 'mai'. Poco después, Alberto también desapareció.
No sé dónde estará mi tocayo, pero donde quiera que esté siempre le estaré agradecido por esos ratos tremendos que nos hizo pasar. Puedo contar mil historias, sobre el cierre del antiguo Gorgutes o las noches locas de temporada baja, pero eso quizás será otro día, o mejor otra noche.
No sé dónde estará mi tocayo, pero donde quiera que esté siempre le estaré agradecido por esos ratos tremendos que nos hizo pasar. Puedo contar mil historias, sobre el cierre del antiguo Gorgutes o las noches locas de temporada baja, pero eso quizás será otro día, o mejor otra noche.